viernes, 1 de noviembre de 2013

Día 1: ¿Cómo comenzaste con los Juegos de Rol?

La respuesta a esa pregunta es curiosa, porque empecé con Paranoia en esto del rol. Pero ya que vamos a contar una historia, mejor empezar por el principio.

Corría el año 1989 aproximadamente, por aquella época yo estaba en el colegio y como todo niño que se precie jugaba a lo que todos hemos jugado alguna vez, indios y vaqueros, policias y ladrones y todo ese tipo de juegos que se desarrollaban en los recreos que ya eran juegos de rol per se.

En nuestro grupo, ya entonces (rondando los 7 años) eramos unos "frikis" de mucho cuidado, nos montábamos nuestras propias historias en el recreo en base a los cuentos que leíamos o nos leían nuestros padres y las series que veíamos en la tele (Dragones y Mazmorras entre otras). Había muchas ganas e imaginación y enseguida se nos quedó corto el decidir quién ganaba una pelea ficticia, o discusión entre nuestros personajes favoritos y empezamos a crear nuestras reglas no escritas de cómo debíamos solucionar esos problemas.

Más adelante, ya con 10 u 11 años un amigo me invitó una tarde como tantas otras a su casa para jugar a la consola, pero ese día fue diferente, ese dia me sentó en el comedor de su casa y me enseñó este mundo que es el del rol. Aún recuerdo detalles, recuerdo la cocina vieja con los fogones, las paredes deslucidas y la nevera sonando de fondo. Entonces sacó un libro de una carpeta, el libro rezaba en su parte superior "Paranoia" con letras amarillas y grandes, mostraba una gran pantalla de ordenador con un ojo mientras un hombre despreocupado y silbando vestido con un mono rojo caminaba por un pasillo mientras otros hombres con cara sonriente, le atacaban con diversas armas o esperaban acechantes a que llegara a la sala en la que finalizaba el pasillo. Aquello parecía un poco locura, no sabía de qué iba ni qué pretendía mi amigo, aunque pronto me lo explicaría.

Educativo y pedagógico como él solo...

Resultaba que aquel libro era un juego de rol, eso a lo que llevábamos jugando durante todos los recreos tenía una versión en papel, con sus dibujos, sus explicaciones y sus reglas, el chaval ya nos había contado cómo eran aquellos juegos pero esta era la primera vez que a mi me enseñaba uno. Ahora, antes de seguir, os pediría por favor que hicierais una pausa y tomárais conciencia de la situación, un niño de 10 u 11 años conociéndo el rol a través de un juego como Paranoia, que para los que lo conozcais ya sabeis cómo es, y para los que no os lo resumo. Un juego que toma como premisa que eres un ejecutor al servicio de un ordenador loco que quiere eliminar a la amenaza mutante, comunista y de las sociedades secretas de su complejo subterráneo tras una guerra nuclear, ah, cabe decir que por supuesto tu personaje es mutante y pertenece a una sociedad secreta, así, sin paños calientes ni nada. Prefiero no entrar en el tema de que el complejo subterráneo lo controla un ordenador loco ni todo el sistema de puñaladas traperas entre jugadores que rigen este maravilloso juego.

"Gracias por su Colaboración Ciudadano...
¿Qué me estaba diciendo querido Esclarecedor?"


Con este panorama empezamos a jugar mi primera partida. Era yo sólo como jugador y él como máster. La partida, si nos limitamos a juzgarla a términos de fidelidad al juego, fue un completo desastre, el Complejo Alfa, dónde se desarrolla el juego, era una especie de ciudad abovedada donde había paseos con plantas y hasta una playa, donde por cierto, acabaron mis gloriosos días como Esclarecedor al servicio del Ordenador. Pero si la observamos desde el prisma de un niño de 10 años, era como abrir la puerta a un mundo nuevo, completamente diferente y distinto, un mundo lleno de posibilidades.

"El Ordenador es tu Amigo, Ciudadano."
A lo largo de las semanas de ese maravilloso comienzo de verano me mostró otros magníficos y fantásticos mundos, algunos de creación propia, otros más profesionales como el propio Paranoia. Incluso, poco después, fuí con él a comprar mi primer juego de rol, Star Wars D6, aunque eso ya es otra historia.

Os podeis imaginar hasta que punto me marcó semejante comienzo rolero, no es que me volviera majara ni nada parecido, aunque algunos amigos dirían lo contrario, pero los comienzos siempre marcan.

Y recordad, el Ordenador es vuestro Amigo.






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