Todos, como roleros, tenemos la insana costumbre de tender casi siempre
hacia el mismo tipo de personaje, es intrínseco al rolero como es
intrínseco al gato el instinto cazador, aunque no tenga nada que ver,
como la velocidad y el tocino. Lo que es es y no se puede cambiar.
Tengo un amigo y compañero rolero, uno de esos del tipo "leguleyo de las reglas" que tanto gustan de aplicar tal o cual bonificador, tal o cual combinación de personaje, que siguen siempre más o menos la misma fórmula en aquellos juegos en los que el propio juego, o el máster, permiten hacerse el personaje a la carta y no son fruto de la tan grandiosa, y al mismo tiempo apocalíptica, aleatoriedad.
Siempre acaba haciéndose elfo. Elfo mago, o elfo hechicero, o elfo hojacantante, o elfo cantor de la canción del origen, o elfo comeflores, o elfo de vete tú a saber qué pollez se sacará de la manga esta maldita vez, pero de que es elfo, de profunda y vigorosa voz si es de Taladas, no hay ni la más remota sombra de duda.
En el SA, casi siempre se ha hecho un Elfo Noldo, si puede y le dejan, un Mírdain de Eregion, que para los no legos es una especie de herrero-mago-guerrero bastante tochete el tipejo, no solo te crea objetos, sino que te machaca con ellos vilmente, nada desdeñable.
Este amigo y compañero rolero, tiene esas preferencias, casi siempre tendentes hacia la magia y lo místico. Me gustaría verle sudar subiendo un ladrón de AD&D, sufrir llevando un guerrero en 3ª edición, en general, cualquier cosa distinta a lo que suele llevar.
Tengo pendiente una partida de Aquelarre que quedó a medias, una partida un poco locura, me gustaría dirigirles alguna mejor ambientada y con unas fichas orientadas al combate y subterfugio. Algo muy distinto de lo que suele llevar y en un sistema que no es piadoso con los jugadores, que si no te mata te deja tullido. Un mundo crudo el de Aquelarre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario