lunes, 4 de noviembre de 2013

Dia 3: Juego más Odiado

Siento no haber podido publicar ayer esta entrada por un poco, me ha sido imposible, espero que no se note mucho.

El tercer día de este desafío toca un tema visceral, porque el odio no es racional. Si lo analizamos un poco entenderemos que el odio, por sí mismo, no posee argumentos que lo defiendan, y como sentimiento que es, no puede juzgarse bajo la lupa del raciocinio porque no pertenece a tal campo. Entiendo que criticar a alguien por odiar algo o intentar argumentar en contra es bajar al mismo nivel, ya que si odiar no es racional (al menos, generalmente), no se puede argumentar contra algo así de forma racional.

Por otro lado quiero decir que es difícil odiar un juego, se puede odiar su ambientación, su sistema, su redacción, pero todo el conjunto es algo difícil, máxime si antes no se ha jugado. Hay que haber amado para poder odiar, por decirlo de alguna manera y tomándome una licencia poética, hay que haber jugado para poder "odiar" un juego.

Aclarado esto, paso a desarrollar el tema del desafío: En mi caso son los juegos de tono humorístico en general. No por su ambientación ni su sistema, entiendo que tienen su cabida y razón de ser, pero en lo personal no me van especialmente y no suele gustarme cómo los enfoca la gente porque caen en la risa fácil, que no es mala, pero como el odio, los gustos son algo muy subjetivo y personal, con lo que los "odio" por eso mismo, porque no me va en exceso el humor en los juegos de rol. Para concretar un juego nombraré Fanhunter, con mis más sinceras disculpas a Cels Piñol, que es un autor con años de sobra a sus espaldas como para ser más que simplemente bueno en lo suyo, pero la objetividad a la hora de valorar algo no entra necesariamente en conflicto con la opinión personal.
Despropósito para algunos,
leyenda viva del rol patrio para otros.
Fanhunter fue uno de mis primeros juegos como jugador, me cogió joven, y gasté unos meses de mi vida en su disfrute, porque en su momento lo disfruté, hasta que me di cuenta de que no me aportaba nada que de verdad me divirtiera, era una escena absurda tras otra, y habrá gente a la que le gustará, pero yo no necesito un juego meramente humorístico para buscar la risa en un juego de rol. Se dan situaciones de ese tipo por sí solas en cualquier mesa de juego, de manera mucho menos forzada, a mi juicio, y que se convierten en anécdotas para recordar en conversaciones posteriores. En la sesión rolera de hoy salieron unas cuantas anécdotas graciosas sobre situaciones desternillantes en diferentes juegos.

Esperemos que los "Dioses del Rol", sean quienes sean y estén donde estén (Gygax, Arneson, y tantos otros) me perdonen.

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