El tercer día de este desafío toca un tema visceral, porque el odio no es racional. Si lo analizamos un poco entenderemos que el odio, por sí mismo, no posee argumentos que lo defiendan, y como sentimiento que es, no puede juzgarse bajo la lupa del raciocinio porque no pertenece a tal campo. Entiendo que criticar a alguien por odiar algo o intentar argumentar en contra es bajar al mismo nivel, ya que si odiar no es racional (al menos, generalmente), no se puede argumentar contra algo así de forma racional.
Por otro lado quiero decir que es difícil odiar un juego, se puede odiar su ambientación, su sistema, su redacción, pero todo el conjunto es algo difícil, máxime si antes no se ha jugado. Hay que haber amado para poder odiar, por decirlo de alguna manera y tomándome una licencia poética, hay que haber jugado para poder "odiar" un juego.
Aclarado esto, paso a desarrollar el tema del desafío: En mi caso son los juegos de tono humorístico en general. No por su ambientación ni su sistema, entiendo que tienen su cabida y razón de ser, pero en lo personal no me van especialmente y no suele gustarme cómo los enfoca la gente porque caen en la risa fácil, que no es mala, pero como el odio, los gustos son algo muy subjetivo y personal, con lo que los "odio" por eso mismo, porque no me va en exceso el humor en los juegos de rol. Para concretar un juego nombraré Fanhunter, con mis más sinceras disculpas a Cels Piñol, que es un autor con años de sobra a sus espaldas como para ser más que simplemente bueno en lo suyo, pero la objetividad a la hora de valorar algo no entra necesariamente en conflicto con la opinión personal.
Despropósito para algunos, leyenda viva del rol patrio para otros. |
Esperemos que los "Dioses del Rol", sean quienes sean y estén donde estén (Gygax, Arneson, y tantos otros) me perdonen.
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